[CRÓNICA]
Púrpura Issue
“Aquí estamos las feministas”
En la tarde del 8 de marzo, en torno a las 16:30, el jardín invernadero de la Estación de Atocha empezaba a lucir colores púrpura entre el verde de su vegetación. Allí habíamos quedado las “chicas Púrpura”, un total de siete compañeras que acudimos en representación de todo el equipo de Púrpura Issue.
Entre compañeras feministas nos íbamos identificando. En Atocha, la ausencia de aglomeraciones advertía del descenso de manifestantes; más equipajes que pancartas transitaban los pasillos, aunque diferente sería la situación una vez atravesamos las puertas automáticas.
Nazaret Rodríguez, directora de la revista, hizo los últimos trazos del símbolo de Venus en las mejillas del resto de compañeras, que ya sostenían las pancartas protagonizadas por mujeres históricas como Mary Shelley y Emily Dickinson.
”¿Queréis unos lazos que he hecho yo misma con imperdibles?” preguntó Eva Cezón a la par que ofrecía al equipo unas cintas violetas.
“No estamos todas, faltan las asesinadas”
Las aceras transitables y la holgura entre los grupos de manifestantes eran síntomas de este virus que ya nos empezaba a amenazar con dejarnos en casa. Si bien no podemos saber cuál hubiera sido la cifra de asistentes en otras circunstancias, lo cierto es que los datos apuntan a un descenso de 230.000 personas con respecto al año pasado (120.000 en 2020, 350.000 en 2019).
Lo que nos llevó a salir a la calle fueron las cifras de mujeres víctimas de violencia machista, que no paraban de retumbar en la cabeza de todas y todos los presentes: 15 en lo que llevábamos de año hasta el mismo Día de la Mujer, 60 desde el 8M de 2019, 1.048 desde que se empezaron a contabilizar en 2003. Así, los gritos al unísono fueron: “No estamos todas, faltan las asesinadas” y “Una sentada por las asesinadas”.
“De norte a sur, de este a oeste, la lucha sigue, cueste lo que cueste”
“Revuelta feminista: con derechos, sin barreras. Feministas sin fronteras” fue el lema que encabezó el avance de la reivindicación pacífica a la que tanto mujeres como hombres se fueron sumando desde su punto de inicio en Puerta de Atocha hasta el final del recorrido en Plaza de España, pasando por el Paseo del Prado y la Gran Vía.
A las 17:00, hora de inicio de la marcha, las “chicas Púrpura” alzaron sus reivindicaciones escritas en cartón y cartulina con motivos púrpura. Sara Gil y Lucía Puertas fueron las encargadas de capturar los momentos más significativos de la tarde y todas, sin excepción alguna, nos acompañábamos en nuestros cánticos, sin dejar ninguna voz sola en el aire. Este día las voces feministas queríamos ser escuchadas más que nunca.
“Times New Woman” fue la pancarta más fotografiada de entre las propuestas que el equipo llevó a la manifestación. Una cartulina blanca tamaño DIN A3 con unas letras impresas en la tipografía original fueron suficientes para despertar el interés de los que observaban desde fuera o acompañaban desde el núcleo del movimiento.
Entre la agitada marea púrpura sobresalía Claudia, una niña con la que coincidimos al inicio de la manifestación y que nos acompañó durante buena parte del recorrido. Ella iba subida en los hombros de su aliado y sujetaba una pancarta elaborada por ella misma que llevaba por título “Reivindicaciones desde que nací”. También hubo quienes buscaron un lugar privilegiado para mostrar su mensaje, como un joven que, al pie de la acera del Paseo de Prado, se colocó junto a su perro, del que colgaba un cartelito que rezaba: “más perritos y menos machitos”. Un poco más adelante, a la altura de la puerta del Museo, otra joven sostenía una pancarta de protesta ante la escasa presencia de las mujeres artistas en las galerías. La joven mantenía su cartel con firmeza a pesar de sus grandes dimensiones, tanto de la base como del mástil improvisado que hacía posible elevar aquel mapa estadístico por encima de todas las cabezas.
“Madrid será la tumba del machismo”
Edificios como el Palacio de Correos tiñeron su fachada de violeta y nos arroparon en nuestra lucha. Aunque no hubo declaración institucional por parte del Ayuntamiento, sí se pronunció la Comisión 8M con la lectura de un manifiesto que abogaba por “considerar las violencias machistas como una cuestión de estado, además de pedir que las mujeres sean ‘dueñas de sus propios cuerpos’” (La Vanguardia). “Con ropa, sin ropa, mi cuerpo no se toca” fue quizá una de las peticiones más aclamadas a lo largo de la tarde por las mujeres feministas.
“Sola, borracha, quiero llegar a casa”
Lo que había sido una marcha fluida y holgada se transformó al final del recorrido en una aglomeración de manifestantes en torno a una batucada que, a ritmo de percusión, puso fin a este 8M.
Después de un cuarto de hora de emociones a flor de piel, nos retiramos del centro de la ciudad tras el último golpe de tambor. Lo hicimos por la paralela a la Gran Vía, pasando por la Estación de Santo Domingo. Por allí algunas personas disfrutaban de la noche en las terrazas y apenas se distraían con los colores, carteles o cánticos que aún salían de nuestras gargantas.
Llegamos a Callao. Allí nos despedimos de dos de nuestras compañeras. Sabíamos que su camino a casa no sería diferente al de otros días, pero sí esperanzador de que en un futuro nuestro deseo de llegar de la forma que fuera, se hiciera realidad.
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