Eva García González
Guadalupe Porras Ayuso, extremeña de 31 años, siempre había sido una fanática del fútbol. Fue delantera del Puebla, equipo de su pueblo de Badajoz. Pronto se dio cuenta de que realmente lo que le apasionaba era arbitrar, llegando a dejar de ser jugadora para ser árbitra. Y fue la mejor decisión que tomó, pues años después se ha convertido en la primera árbitra asistente de la primera división masculina, la máxima división del fútbol en España.
Porras afirma que ha recibido todo tipo de insultos en los estadios, la mayoría con referencias a ser mujer. Pero las agresiones no han sido solo verbales. Ha llegado a sufrir agresiones físicas como por ejemplo el impacto de una moneda lanzada desde las gradas. Cuando habla de ello no le da mayor importancia: “fue solo un golpe”.
Me encantaría poder decir que los titulares que protagonizan los periódicos de hoy no van a morir en el olvido del mañana. Que pasados los días sigamos siendo conscientes de lo que esto supone para el fútbol femenino y el feminismo en general. Todas las niñas que no son más que “marimachos” para sus compañeros podrán tener una referente corriendo entre los ídolos de los jóvenes.
Por desgracia el gran mérito de la protagonista de este artículo es un golpecito más de los que conseguirán romper en mil pedazos el techo de cristal. Aún quedan muchos más golpecitos, muchas más mujeres haciendo historia entre los hombres. Muchas más tarjetas rojas al patriarcados.
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