VIAJE AL PASADO – FALSA ENTREVISTA (BASADA EN DATOS REALES)
Nazaret Rodríguez Pérez
En una sociedad donde la cultura, la medicina o la filosofía están escritas en masculino, las mujeres luchan por su igualdad desde la educación en las escuelas. Entre ellas, María de Maeztu y Whitney ha sido una de las verdaderas propulsoras de la dignificación de la mujer pues, siguiendo los pasos de su madre, Juana Whitney, comenzó a interesarse por la educación de la mujer a una edad muy temprana.
Con los estudios de Magisterio y especializada en pedagogía, María de Maeztu ha escrito varios libros relacionados con la educación y ha sido musa de otros grandes autores como Ortega y Gasset o Unamuno, con los que ha tenido la oportunidad de compartir sus ideas innovadoras. Ha ampliado su conocimiento incluso fuera de España con el objetivo único de reunir las herramientas necesarias para impulsar a la mujer hacia la posición que merece en la sociedad: de igualdad con el hombre.
Su madre ha sido uno de sus principales referentes, una mujer definida por usted misma como fuerte y decidida. ¿Considera que desde un primer momento la educación que ha recibido ha sido detonante de su ideología actual dentro del ámbito de la educación?
Desde luego que sí. Crecí en un entorno de educación basada en una concepción moderna, cosmopolita y liberal, diría que se alejaba de las costumbres de aquel entonces a pesar de que nunca dejó de ser disciplinada. Durante mis primeros años tuve la gran suerte de estudiar con profesores particulares que me enseñaron idiomas, dibujo y esgrima. Valoraba mucho todo el conocimiento que pude adquirir con aquellas clases, pues al fin y al cabo esos conocimientos fueron el motor de mis proyectos futuros.
Aunque pertenecía a una familia acomodada, la muerte de mi padre en Cuba en 1898, cuando yo tenía diecisiete años, supuso para mí y para el resto de mi familia un proceso de adaptación a una vida prácticamente nueva, con complicaciones de las que afortunadamente logramos salir con el paso de los años. Hasta entonces, la mayor parte del sustento familiar procedía de los negocios que mi padre tenía allí pero la independencia del territorio cubano de España en 1894 provocó problemas administrativos con la herencia. Nos trasladamos a Bilbao dada la situación precaria en la que nos encontrábamos y fue allí donde mi madre montó la Academia Anglo-Francesa, conocida luego como Academia Maeztu. Mi madre impartía inglés y mi hermana Ángela francés.
Este cambio de vida fue un golpe de madurez para mí, pues en ese momento empecé a tener claros mis objetivos como mujer dentro del ámbito tanto personal como profesional. El hecho de que mi madre hubiese iniciado un proyecto tan innovador para la época abrió mi mente por completo y no dudé en dedicar todo mi empeño en estudiar para ser profesora.
“La primera tarea a realizar es la de preparar a nuestras mujeres y claro está que yo confío como único y exclusivo medio en la educación, que le dará fuerza para descubrir nuevos mundos, no sospechados hasta ahora” María de Maeztu
Así fue como ya en 1988 me había convertido en maestra de primera enseñanza y, tras conseguir una plaza en Santander, decidí volver a Bilbao donde comencé a dar clases en una pequeña escuela del Distrito de las Cortes. Aquel era un barrio rodeado de pobreza y prostitución pero fue el primer lugar donde pude poner en práctica mis ideas educativas, a mi parecer innovadoras: clases al aire libre, no memorización ni castigos y una serie de normas de estética e higiene para mis alumnas. “Educar antes que enseñar” era el principal propósito a conseguir en los diez años que permanecí allí.
Una vez que llegó a ser directora de la escuela en Bilbao y alcanzó algunos de sus objetivos innovadores como educadora, ¿qué es lo que le impulsó a seguir con sus estudios de bachillerato y universidad?
Sentía que mis inquietudes iban más allá de los límites de aquel barrio e incluso de aquella ciudad. Fue así como me trasladé hasta Vitoria para obtener mi grado de bachiller en 1907 y de allí partí a Salamanca para iniciar mis estudios universitarios. Recuerdo mi primer viaje en tren para examinarme en la universidad de Salamanca. El hecho de que una mujer viajase sola era considerado casi tan reprobable como el que estudiara una carrera.
Sabemos que en la universidad de Salamanca fue alumna de Miguel de Unamuno y que tras marchar a Madrid estrechó relación con otras personalidades importantes del país como es el caso de Ortega y Gasset. ¿Qué le llevó a relacionarse con ellos y en qué sentido influyeron en sus posteriores años de investigación y trabajo?
Así es. Ingresé en la universidad de Salamanca como alumna no oficial y allí recibí, durante mis dos primeros años, lecciones del entonces rector de la universidad y ahora amigo, Miguel de Unamuno. Sentía gran admiración por él y creo que él también la sentía por mí. Tal era el vínculo que mi único lugar de residencia durante mi estancia en la ciudad fue su casa familiar.
Al año siguiente, en 1909 pedí un traslado de expediente para continuar mis estudios en Madrid. Allí conocí a Ortega y Gasset ya que él era profesor en la Escuela Superior de Magisterio, donde ingresé.
Pero estos no fueron los únicos que motivaron mi participación en la mejora de la educación. Gracias a ellos y a todas las oportunidades que me ofrecía la gran capital tuve la gran suerte de tratar con algunos institucionistas con los que compartía ideas y métodos. Había leído mucho sobre la Institución Libre de Enseñanza y sus creadores, y aunque no mantuve contacto directo con ellos siempre seguí sus modelos de cara a ampliar mis conocimientos pedagógicos.
Es evidente que Madrid le ha abierto muchas puertas en lo que al saber y el progreso se refiere. No obstante, también ha realizado algunos viajes fuera de España con el objetivo de completar su formación. ¿Cómo afrontó el hecho de viajar sola siendo mujer?
Yo siempre había querido viajar a otros países para conocer cómo funcionaba la educación y para formarme junto a los mejores pedagogos, y fue en Madrid cuando logré alcanzar mi sueño. Gracias a mi relación con Ortega y Gasset pude acceder a la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas donde obtuve varias becas que me permitieron visitar Inglaterra, Bélgica, Alemania, Suiza y, posteriormente, Estados Unidos.
Tenía claro mis objetivos, y si por algún motivo debía pedir ayuda a personalidades más influyentes del momento para conseguir una pensión en el extranjero, cogía papel y pluma y escribía una carta de inmediato. Así lo hice en 1907 con Benito Pérez Galdós, por ejemplo.
Sabemos que muchas de sus posturas dentro y fuera del ámbito educativo han adoptado un carácter reivindicativo de los derechos de las mujeres, ¿qué rasgos son los que, desde su punto de vista, caracterizan a una persona feminista?
Soy feminista, me avergonzaría de no serlo, porque creo que toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar, como persona, en la obra total de la cultura humana. Y esto es lo que para mí significa, en primer término, el feminismo: es, por un lado, el derecho que la mujer tiene a la demanda de un trabajo cultural y, por otro, el deber en que la sociedad se halla de otorgárselo.
De nada me hubiese valido mi formación y especialización en la universidad si no concentraba mis esfuerzos en hacer que las chicas de todos los rincones de España tuvieran la oportunidad de había tenido yo. Siempre he tenido claro una cosa y es que las mujeres deben tener las mismas opciones culturales que su compañero. Es preciso que se abran a la mujer horizontes para vencer en iguales condiciones que el hombre en la lucha por la vida sin que tenga que depender de él.
Entrando en lo que muchos consideran como el mayor de tus proyectos, la Residencia de Señoritas en 1915, cabe destacar el número de jóvenes que comenzaron a inscribirse (35 estudiantes el año de su inauguración y unas 250 en 1934). Esta residencia no ha sido la consecuencia, sino la causa de que haya tantas muchachas en la Universidad pero. ¿Es así?
Siempre he creído que para ejercer el magisterio es menester una formación más amplia de la de la escuela normal. Es por ello que nunca dudé en reunir a intelectuales, ministros, científicos y cualquier otra persona que pudiera aportar algo para que mis alumnas recibieran una educación integral, que abarcara mucho más que la faceta académica, y para que estuvieran tan cómodas y seguras en la residencia como en sus propias casas. Todo esto lo desarrollé siguiendo el modelo de la ya establecida y prestigiosa Residencia de Estudiantes. No quería ni un casino de intelectuales ni un plantel de sufragistas, Deseaba una casa de muchachas aplicadas al estudio.
Para mi sorpresa, las aulas pronto llegaron a albergar en un solo curso a centenares de muchachas que pasaron como profesoras, alumnas y colaboradoras, y un gran porcentaje acabó en pupitres universitarios. Aquellas alumnas eran educadas por profesores, escritores de renombre, artistas nacionales y extranjeros. Sin ir más lejos la propia Marie Curie visitó nuestra residencia.
Conseguí lo que nadie había conseguido hasta el momento en España: crear un ambiente culto y erudito en el que las mujeres pudiesen dar rienda suelta a sus conocimientos. Organizábamos veladas intelectuales en las que se acogían a contertulios masculinos de la talla de Lorca, Ortega y Gasset o Azorín. Es más, hace unos ocho años atrás, en 1932, Federico García Lorca estuvo leyendo en el salón de actos de la residencia su Poeta de Nueva York.
“El feminismo: es, por un lado, el derecho que la mujer tiene a la demanda de un trabajo cultural y, por otro lado, el deber en que la sociedad se halla de otorgárselo” María de Maeztu
Estoy muy satisfecha con mi trabajo ya que puedo decir que de la Residencia de Señoritas han salido grandes mujeres, unas verdaderas profesionales en infinidad de campos. La abogada Victoria Kent fue la primera alumna inscrita en la residencia, por ejemplo.
Tengo entendido que esto no es todo lo que ha hecho por la educación de las mujeres. En 1926, fundó el Lyceum Club, que aunque permaneció abierto muy pocos años significó un gran avance para la época. ¿En qué consistía realmente esta institución?
Después de entrar a formar parte de la fundación del Instituto-Escuela de la que además fui directora de primaria fundé, junto con otras mujeres, el Lyceum Club. Se trataba de una institución cultural y educativa que tenía las mismas características que otros liceos de Europa.
Por desgracia el trabajo de muchas intelectuales que lo formaban no pudo desarrollarse en profundidad, pues los continuos ataques de los sectores conservadores hicieron que la Falange lo confiscara en 1939. Ahora se ha convertido en el Club Medina, fundado por la Sección Femenina.
Dices que sientes satisfacción por todos los avances que has logrado. Me gustaría saber cómo te ves en tus próximos años, ¿piensas continuar con el desarrollo de programas educativos o consideras que tus medios de desarrollo podrían verse obstruidos dadas las condiciones sociopolíticas de la España actual?
Desde principios de 1936 mi trabajo había estado amenazado por la entrada en la Guerra Civil Española. Fue este el punto donde mis ánimos empezaron a decaer de manera paulatina. No he dejado de viajar por el mundo para llevar mis ideas allá donde pueda, pero he de reconocer que la muerte de mi hermano Ramiro en 1936 ha hecho que vea España con otros ojos.
Mi próximo destino será Buenos Aires, un viaje de ida pero no sé si también de retorno a esta, mi tierra natal. De lo único que estoy segura es que, por mucho que nos intenten convencer a las mujeres de que no estamos preparas para desempeñar ciertas tareas, nosotras nunca dejaremos que nos engañen, porque una mente cultivada no es de fácil persuasión.
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