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Marsha P. Johnson: El paso que inició una revolución

[MUJERES HISTÓRICAS]

Agar Rodríguez


Durante todo el mes de junio se celebra internacionalmente el mes del Orgullo LGBT. Un mes entero en el que se celebra todo lo que este colectivo oprimido ha conseguido con años y años de lucha ininterrumpida, que culmina el día 28 de junio, día internacional del orgullo LGBT.


Pero toda lucha tiene un punto de partida; y el punto de partida de la batalla por los derechos de este colectivo tuvo lugar hace 51 años, el 28 de junio de 1969, en la revuelta de Stonewall: una serie de manifestaciones espontáneas que ocurrieron ese día después de que la policía de Nueva York empezase una redada en el bar de ambiente Stonewall Inn, conocido bar de Greenwich Village donde se daban encuentro personas que no encajaban en la normatividad. Es por esto que ocurrían frecuentemente redadas policiales que desalojaban el local, hasta ese día.


Retrato de Marsha P. Johnson. Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker



Ese 28 de junio quedaría grabado en la memoria gracias, entre otras personas, a Marsha P. Johnson, una mujer transgénero y racializada afroamericana que se encontraba en Stonewall la noche de los hechos. Conocida por ser la primera en rebelarse, la que lanzó la primera piedra en el campo de batalla, según varios testigos de los hechos. Subida a una farola, tiró una bolsa pesada al capó de un coche policial, como respuesta a la situación. Todo acompañada de su fiel amiga, Sylvia Rivera. “Estábamos volcando coches y gritando en medio de la calle porque estábamos muy enfadadas porque cerrasen ese sitio”, contó Johnson en una entrevista en 1989. «Solamente estábamos diciendo “no más brutalidad policial” y que ya habíamos tenido suficiente acoso policial en Greenwich Village y otros lugares».


Después de encender la mecha, y a pesar de que después de Stonewall el liderazgo del movimiento lo llevaran personas cisgénero -aunque ha quedado claro que todo empezó por personas trans y racializadas-, Marsha P. Johnson junto con Sylvia Rivera fundaron STAR, Street Transvestite (actualmente “Transgender”) Action Revolutionaries, en 1970. STAR se constituyó como una asociación con la cual pretendían dar protección y acoger a jóvenes transgénero de Nueva York, una realidad que estaba empezando a ser notoria, y que después de los disturbios era necesario.


Johnson también se visibilizó como drag queen incluso mundialmente, hasta llegar a considerarse como una “drag mother”, tal es el ejemplo de la fundación STAR mencionado previamente. Y es que como ella misma admitió en su momento, “cuando se convirtió en drag queen fue cuando pudo empezar a vivir su vida como una mujer”. Su vida de verdad.


No era nadie, nadie, de Nowheresville, hasta que me convertí en una drag queen. Eso es lo que me hizo en Nueva York, eso es lo que me hizo en Nueva Jersey, eso es lo que me hizo en el mundo.

Siguiendo con su aportación al colectivo, en la década de 1980 colaboró con ACT UP (AIDS Coalition to Unleash Power, traducido: Coalición del sida para desatar el poder), coalición para concienciar sobre la pandemia del sida y conseguir derechos para los afectados por esta enfermedad.


Retrato de Marsha P. Johnson. Ilustración de Elena Gutiérrez Roecker


Finalmente, en julio de 1992, a la edad de 46 años, el cuerpo de Marsha se encontró flotando en el río Hudson. A pesar de que la policía consideró la muerte como un suicidio, la gente cercana a Marsha negaron que tuviera pensamientos suicidas, y posteriormente se reveló una campaña de odio que descubriría que el día de su muerte había sido acosada. Aunque veamos un claro ejemplo de LGBTfobia en el fallecimiento de Marsha, tuvieron que pasar bastantes años hasta 2012 cuando, después de una campaña liderada por la activista Mariah López, la policía de Nueva York decidiera reabrir el caso como un posible homicidio. Aunque tarde, aún se puede luchar por la memoria de Marsha; y no sólo por la suya, sino por todas las personas no normativas que han sufrido, sufren y sufrirán episodios de LGBTfobia.


Un juez preguntó a Marsha: “¿Qué significa la P del nombre?”, ella respondió: Pay it no mind: no le hagas caso”

Aunque pasen años desde la revuelta de Stonewall y de su muerte, Marsha siempre será recordada como una de las primeras personas que decidieron gritar “basta”: basta de que el colectivo LGBT tuviera que vivir escondido, en la marginalidad, en la clandestinidad. Recordada por gritar que era hora de luchar por esa libertad que nunca habían tenido. Lo que no sabían ni Marsha ni sus compañeras de revolución es que esa rebelión sería el punto de partida a un movimiento mundial, una lucha que 51 años después aún está candente, porque aunque aún quede mucho camino que andar, es indudable que cada gesto cuenta. Y el primer gesto de todos, lo que iniciaría la construcción de ese camino, fue la acción de Marsha P. Johnson y sus compañeras. Por eso esta misma semana, pero 51 años después, es un buen momento para recordar a las luchadoras como Marsha. Porque como bien dicta la frase: “quienes no conocen el pasado están condenados a repetirlo”, y el colectivo LGBT no quiere repetir un pasado sin derechos y, sobre todo, un pasado sin libertad.


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