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La España llena, feminista y rural

Actualizado: 18 nov 2019

Reseña de Tierra de Mujeres


María Sánchez es el nombre de una emprendedora que usa la tinta y papel para dar la vuelta a todas las ideas preconcebidas y equivocadas que podamos tener acerca de la vida en el campo. Cordobesa de nacimiento, vino al mundo en 1989 y  con solo 30 años ha conseguido que conceptos tan antagónicos como son las ciencias y las letras convivan pacíficamente, se retroalimenten y lleguen a ser parte indispensable para la supervivencia el uno del otro. María no consiguió –o no quiso- elegir entre los libros de poesía y los manuales de biología cuando acudía a clases en la universidad. Decir que es veterinaria de campo y escritora es un resumen de lo más escuálido de todo aquello a lo que dedica sus días y noches, pero servirá, de momento, para esta reseña.


María, cada mañana, al volante de su furgoneta, visita ganaderos y cura animales y, por las tardes, escribe y reescribe los apuntes del día anterior, esboza un libro, un artículo, prepara una charla. En sus páginas, pasea contigo de la mano por los caminos y habla con las plantas. Sin embargo, también frunce el ceño y, aunque siempre comprensiva, María deja claro para qué vino hasta aquí: para hablar de las eternas olvidadas, las mujeres rurales.


En 2019 ha visto la luz su segundo libro: Tierra de mujeres. En él se ampara en viejas historias familiares y en sus antecesoras, las que aún están y las que estuvieron, y describe la vida rural y transmite la voz de aquellas mujeres que, a la sombra de los hombres de la casa, invisibilizadas por las estadísticas y ninguneadas por el patriarcado, saca(ba)n adelante familias y pueblos enteros.

Portada del libro Tierra de Mujeres, de María Sánchez

En el libro, las mujeres se asemejan a los árboles: se encuentran enraizadas en las zonas rurales y su influencia es más profunda de lo que a simple vista parece. Son dadoras de fruto, procuradoras de cobijo y regazo en el que descansar. Pero también son parte indispensable del ecosistema rural. Las mujeres de pueblo son la base sobre la que se sustenta todo el entramado de la vida agraria en nuestro país, de la cual dependemos todos. Creímos que, al igual que los árboles, las mujeres rurales no tenían nada que contarnos, que eran mudas. Y, sin embargo, qué revelador fue para María descubrir que, si se observa con los ojos bien abiertos, si se analiza la corteza, si se hacen las preguntas adecuadas, resulta que no es que ellas fueran mudas, es que nosotras estábamos sordas.


La España vacía, tan llena de valores y de gente luchadora, está colmada de historias, de historia y de lecciones de vida. En la España rural, la que rebosa de mujeres sin estudios que trabajan sin descanso dentro y fuera de casa, también existe el feminismo. Nos atrevimos a ignorarlo y no siempre estuvimos de acuerdo con sus maneras. Por eso nos merecemos el tirón de orejas que María nos da por haber dado por supuesto que eran ellas las que se tenían que subir al carro del feminismo urbanita, que tenían que seguir el ritmo de un movimiento que muchas veces no las tiene en cuenta.


Hoy la suerte está de mi parte. Los astros se han alineado y, junto con las nuevas tecnologías, me han permitido realizar una breve entrevista a María a pesar de los miles de kilómetros que nos separan:


Cuando dices que quieres mujeres en todos los espacios, ¿cuál es el primer espacio que te viene a la mente que necesitamos conquistar?


No me viene un espacio en concreto porque creo que necesitamos conquistar todos los espacios que nos ha negado el sistema heteropatriarcal, el machismo y la desigualdad. Yo tiro para el mundo en el que trabajo, del que vengo, que es el mundo rural, y por tanto me gustaría muchísimo ver pronto una mujer titular de una granja, de unas tierras o negocio en el medio rural. Tengo amigas pastoras y ganaderas que, cuando van a una asamblea de una cooperativa, cuando va el veterinario a ver a sus animales o cuando van a por la comida de sus animales aún les preguntan por su marido. Cuando dejemos de sorprendernos por estas cosas y  lo veamos como algo normal, creo que esos espacios se habrán conquistado. Algo que he descubierto a raíz de sacar el libro es que mucha gente, sobre todo hombres, dicen que su familia es matriarcal porque las mujeres toman las decisiones de la casa, pero yo siempre les pregunto a nombre de quién están las cuentas bancarias o la titularidad del campo.


La mujer rural, ¿sabe que ha sido infravalorada e invisibilizada y que no ha sido tenida en cuenta como modelo a seguir y sufre esa desigualdad, o ha vivido toda su vida creyendo que realmente no era merecedora de reconocimiento alguno?


Imagina que naces en los años 60, vives en un sistema machista, desigual y completamente patriarcal donde es normal que tú como mujer te quedes en casa y dejes de ir a la escuela para empezar a trabajar y que tu hermano estudie. Si eso es lo que te rodea y es lo que ves como normal, porque es en lo que te educan, no es que no puedas decidir, es que no te lo planteas. Gracias a unas pocas que pudieron salir y se rebelaron, y que fueron la avanzadilla, hay otras que se han dado cuenta. Nosotras somos de otra generación, hemos nacido con opciones. Yo me comparo mucho con mi madre y ahora sé que he sido muy injusta con ella porque no entendía sus circunstancias. Creo que no debemos mirarlas por encima del hombro, sino que debemos entender de dónde viene cada una y qué mochila trae.


¿Cómo ves el futuro de las mujeres en el medio rural?


A mí me gusta ser positiva, pero me gustaría ver que tienen más facilidades, acceso a la tierra, titularidad, los mismos derechos, servicios mínimos, acceso a educación, comunicación, etc. No obstante, insisto en que ya hay muchas mujeres haciendo cosas. Me gusta hablar en presente y siempre digo que las que están ahora realmente luchando por sus pueblos, recuperando razas en peligro de extinción, montando iniciativas contra la despoblación, reclamando servicios mínimos para sus pueblos, creando grupos de consumo, defendiendo la ganadería extensiva y otros modos de producción, son mujeres, y la mayoría son del mundo rural. Así que debemos empezar a fijarnos en eso.




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