Paula Pardo Luz
Pongámonos en contexto. Año 2003; Estados Unidos y Gran Bretaña buscan apoyos en las Naciones Unidas para que salga aprobada la segunda resolución para la invasión de Irak. El pretexto de esa invasión, según el entonces presidente de EEUU, George W. Bush, era que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva, las cuales nunca han llegado a encontrarse. Para atacar el país, Bush y el primer ministro británico, Tony Blair, tenían que contar con la autorización de la ONU. Puede parecer un asunto demasiado grande para una traductora de 28 años, ¿cómo se vio involucrada?
Katharine Gun llevaba 2 años trabajando como traductora de mandarín en el GCHQ (Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno), cuando el 31 de enero de 2003 todos los trabajadores de uno de los servicios de inteligencia británicos, recibieron un email de un tal Frank Koza, miembro de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA). En el correo se requería la cooperación del GCHQ para espiar a las delegaciones de los países miembros no permanentes “más vulnerables” del Consejo de Seguridad de la ONU: Angola, Camerún, Chile, Bulgaria y Guinea. El objetivo era obtener ventaja y amañar la votación de la segunda resolución para conseguir votos a favor de la guerra contra Irak. Recordemos que el Consejo de las Naciones Unidas está formado por 15 naciones, de las cuales 5 son permanentes (EEUU, Reino Unido, Francia, Rusia y China) y 10 son no permanentes, elegidas cada 2 años.
Katharine no quedó indiferente ante el contenido del mensaje. Revelarlo podría tener consecuencias terribles para su familia y ella misma, pero quizás se evitaría una guerra. Tras un fin de semana de reflexión y de consultas con la almohada, decidió hablar con un conocido suyo, cuya identidad aún se desconoce, que tenía contactos en la prensa. Finalmente, Katharine decidió filtrar el correo y su contacto se lo entregó al periodista Martin Bright, del periódico británico The Observer.
Tras varias semanas de periodismo de investigación y de contrastar fuentes e informaciones de forma rigurosa para verificar la filtración, The Observer abandonó su posición afín a Blair y a la guerra, para actuar realmente como un periódico y publicar el documento, ya que a raíz de esa información se podría evitar una guerra y por consiguiente salvar muchas vidas. El 2 de marzo, Katharine vio por fin su información en la portada del The Observer bajo el flamante titular de “Revelado: los sucios trucos de Estados Unidos para ganar votos en la guerra de Irak”.
El impacto fue total. Estados Unidos y Gran Bretaña tuvieron que dar explicaciones y los miembros de las delegaciones de los países que fueron espiados presentaron pruebas al respecto ante la ONU. Como era de esperar, el GCHQ llevó a cabo una investigación interna entrevistando a todos sus empleados para averiguar quién había filtrado el documento. Katharine, angustiada por la presión, confesó voluntariamente a los pocos días de que empezaran los interrogatorios.
Fue arrestada y detenida durante 24 horas hasta que la dejaron en libertad bajo fianza en espera de la acusación de la Fiscalía General. En prisión, le preguntaron por qué había traicionado al gobierno británico si trabajaba para él, a lo que Katharine contestó: “No. Yo trabajo para el pueblo británico. No recojo información para que el gobierno pueda mentir al pueblo británico”.
“No. Yo trabajo para el pueblo británico. No recojo información para que el gobierno pueda mentir al pueblo británico”.
Lamentablemente, la valentía de Katharine Gun no fue suficiente para evitar que el 20 de marzo de 2003, Estados Unidos, Reino Unido y sus aliados (entre ellos España) atacaran Irak. Se calcula que entre 151.000 y un millón de iraquíes (soldados y civiles) perdieron la vida en la contienda y que murieron más de 4.600 soldados estadounidenses e ingleses.
Cuando terminó el juicio, Katharine declaró a la prensa que no se arrepentía de lo que había hecho y recalcó que lo volvería a hacer. Aunque no detuvo la guerra, su honestidad y valor fue crucial para la decisión de la ONU de no apoyar la ocupación. Actualmente, se encuentra en Turquía con su marido y su hija alejada de los focos. Ha colaborado en el proceso de documentación de Secretos de Estado (Official Secrets, 2019) la película que cuenta su historia con la actriz Keira Knightley en el papel de Katharine Gun.
Комментарии