[ENTREVISTA]
Olga Melero Hernández
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Jimena volvió en 2017 al pueblo donde nació su madre, ubicado en la parte lucense de la comarca de Los Ancares. Antes, ella había vivido doce años en Madrid, durante los que primero estudió Periodismo y después trabajó en los sectores de la moda y el espectáculo. En el último año que pasó en la capital, se fue seis meses a Australia. Allí le sorprendió ver que tanta gente hacía vida en el campo, mostrando mucho aprecio por el entorno rural e interés en ese tipo de turismo. Por eso ella, que con el tiempo había visto cómo Los Ancares se vaciaban de turistas, quiso entonces volver a Galicia. Así, junto al que era su novio (ahora su marido y también gallego), dejó Madrid tras regresar a España. En ese momento, su madre estaba rehabilitando la casa donde había nacido, de modo que Jimena aprovechó y reformó otras dos casas, propiedad también de su familia, para convertirlas en alojamientos rurales: las Cabañas de Ancares.
¿Cómo te influyó la experiencia en Australia?
Cuando me fui a Australia, me fui a vivir a un pueblo bastante pequeño, pero que tenía mucho movimiento de gente de todas partes del mundo. Allí descubrí que ellos tenían un montón de sitios de turismo rural, muy conectados a la naturaleza y muy bien cuidados. A mí eso me alucinaba, y yo decía: “En el pueblo de mi madre que tiene un entorno súper privilegiado… Yo esto lo puedo hacer”. En ese momento ya empecé a soñar con volver a España, con volver a Galicia, y sacar adelante unas ideas que yo estaba viendo que allí funcionaban porque a la gente le encantaba acercarse a esos entornos. Pero bien trabajadas, porque yo veía los ejemplos de turismo rural que había en esta zona y no eran lo que la gente estaba demandando, no eran los sitios a los que la gente quería ir. Entonces ahí empezó un poco la historia. Yo no tenía idea de turismo, así que fue todo muy autodidacta.
“Yo tenía muy claro que lo que había visto en Australia iba a funcionar en Ancares si encontraba la manera de adaptarlo y comunicarlo”. Jimena Santalices
¿Cómo fue entonces el origen de Las Cabañas de Ancares?
Empecé tirando de plataformas como AirBnb y Booking, que en realidad lo ponen muy fácil para poder empezar cuando no tienes ni idea, y luego la verdad que a mí lo que más me ha funcionado son las redes sociales, sobre todo Instagram. Lo que yo trato de hacer ahí es compartir el día a día de lo que es vivir en un sitio como este. Pero la base siempre es hacerlo con honestidad, es decir, mostrar cosas que sean atractivas para el público, pero que sean en todo momento reales. Además nosotros estamos en un entorno que, no solo es la España olvidada, sino que está perdido de la mano de Dios. Y eso es un poco lo malo y lo bueno, como el reto y el atractivo del proyecto, porque, en una aldea de seis habitantes, al principio estas cosas levantan recelo, pero al final yo creo que todos les acaban viendo el beneficio. De hecho, a mí me dicen que nunca habían visto tanta gente en el pueblo, un pueblo que obviamente estaba destinado a perderse. Y es que mis abuelos tuvieron un mesón en la aldea de al lado durante casi 50 años, un mesón con habitaciones y cocina -mi abuela era una buenísima cocinera-, al que iba muchísima gente en los años 70 y 80. En los 90 ellos dejaron de funcionar, pero hubo un momento aquí, concretamente en Ancares, en que el turismo era bestial, pero de repente desapareció.
¿Por qué crees que los turistas dejaron de ir a Ancares?
Pues para mí, en parte, porque el turismo rural no se supo adaptar a lo que a las nuevas generaciones les resultaba interesante. La gente empezó a viajar más, empezó a ver otras opciones, empezó a querer otras cosas... Pero yo tenía muy claro que lo que había visto en Australia iba a funcionar aquí si yo lo hacía bien; es decir, si encontraba la manera de adaptarlo y comunicarlo, de llegar a la gente a la que le podía gustar. Y, efectivamente, algo que trabajo mucho en redes sociales es la segmentación. Por ejemplo, ya tengo muy definido quién es mi público objetivo, para así siempre estar trayendo nuevos seguidores, que al final son clientes potenciales. Entonces ahí estoy creando contenido permanentemente para gente que a lo mejor no viene este mes ni dentro de dos, pero que sabe que algún momento va a venir.
“Creo que tecnología y medio rural también tienen que ir de la mano, de una manera responsable, pero tienen que ir de la mano”. Jimena Santalices
En cambio, en Australia el turismo rural sí se supo adaptar...
En Australia se movieron mucho antes que nosotros. Yo ahora por fin veo una corriente de gente que está revalorizando el turismo rural, pero estaba como abandonado, muy sedentario y conformista. Entonces al final tienes que salir a buscar a los clientes; eso me parece fundamental, no puedo quedarme sentada esperando a que vengan a mí porque eso ya no va a ocurrir. También tienes que adaptarte muy rápido a las cosas; por ejemplo, el wifi con el teletrabajo: antes podía vivir sin él, pero ahora no. Para mí, ese es el nuevo turismo rural, el que se va adaptando a todo lo que pasa. Además tiene que competir al mismo nivel que el turismo de ciudad. Cuando la gente va a un hotel rural, no busca solo dormir (eso lo busca en un hotel de la ciudad), por eso precisamente tienes que esforzarte mucho en dar a conocer toda esa experiencia que rodea la estancia: los atractivos de la zona, los planes para hacer…
¿Qué encuentran los huéspedes de Las Cabañas?
Yo creo que la gente cuando viene aquí se alucina un poco, sobre todo porque ese nivel de conexión con la naturaleza -con lo salvaje, porque aquí la vida es bruta y salvaje- le gusta y lo siente como una experiencia diferente. Nosotros hemos tenido gente de todas partes antes de la pandemia, ahora tenemos más gente de aquí. Y me encanta que, a raíz de esto, la gente de cerca esté descubriendo el sitio. Nos pasaba que sobre todo teníamos gente de fuera de Galicia, pero desde que acabó el confinamiento tenemos muchas más reservas de proximidad. Y la verdad es que eso me alegra un montón, porque al final tú haces algo en tu tierra y lo que te sorprende es que la gente no venga.
“Cuando haces algo así la gente te dice que estás loca y que te vas a estrellar. Por suerte, yo tuve a mi madre detrás, que siempre me dijo que iba a funcionar seguro, que tiráramos para adelante”. Jimena Santalices
Con este cambio, ¿en qué punto se encuentra ahora el proyecto?
Lo cierto es que en este momento es un proyecto súper escalable. Ahora mismo estoy construyendo dos cabañas más. Y otra idea que tengo es hacer un camping para caravanas con una zona común, porque viajar en caravana también es una cosa que yo hice en Australia y que allí lo hacía mucha gente joven; creo que es algo por explotar, y más en un sitio como este. Entonces quiero seguir creciendo, quiero seguir ampliando cosas… Por ejemplo, el wifi era algo a lo que yo me negaba porque sentía que rompía un poco con el sitio (para qué vienes si vas a estar conectado), pero es verdad que después del confinamiento, con tanta gente teletrabajando, dije: ¿por qué no vas a poder venirte aquí y teletrabajar una semana?. Al final yo creo que tecnología y medio rural también tienen que ir de la mano, de una manera responsable, pero tienen que ir de la mano.
Cuando pensabas en montar algo propio, ¿pensabas en un alojamiento rural?
Al venirme a Lugo a vivir no encontré ninguna oferta laboral que me atrajese. Marketing era lo que yo más hacía y de eso no había nada en aquel momento que me llamase la atención, ni lo hubo durante muchos meses, entonces me dediqué mientras tanto a este proyecto. Pero no tenía muy definida la idea; es decir, que fue más sobre la marcha y un poco según la acogida de la gente. Además, cuando empecé, las personas de mi alrededor eran muy reticentes. Me decían: “¿y quién va a querer ir ahí?” o “te vas a enfangar en un proyecto que no va a funcionar”. Y es que, cuando tú haces algo así… en donde está, básicamente a una hora de cualquier centro urbano... la gente te dice que estás loca y que te vas a estrellar. Pero, por suerte, yo tuve a mi madre detrás, que siempre me dijo que iba a funcionar seguro, que tiráramos para adelante, que sí… porque para ella este es el lugar donde nació, es su pueblo. Y, a pesar de que mi madre no vive aquí y no tiene nada que ver con el turismo, ella siempre tuvo esa sensación de que este era un sitio especial y que, al compartirlo con el mundo, la gente iba a reaccionar de una manera muy positiva. Afortunadamente, fue así tal cual, porque es verdad que si al principio te dejas llevar por todas las opiniones que te tiran para atrás…
¿Cómo fue tomar finalmente la decisión de dejar Madrid y volver a Galicia?
Fue muy ingenuo, evidentemente, porque nosotros veníamos con esa ensoñación de volver a Galicia y luego nos dimos de bruces con una realidad difícil. Además es un cambio muy drástico: toda esa vida que te da Madrid; la gente de allí, que al final es mucho más receptiva a las nuevas ideas, que está mucho más puesta en cosas que pasan. Sin embargo, aquí a la gente le cuestan todavía las cosas nuevas, le dan miedo. Entonces la vuelta fue difícil. Y, para mí, montar un negocio fue difícil también porque, para empezar, hay poca gente, con lo cual contratar trabajadores es complicado… Aunque es verdad que luego me he ido encontrando con personas, jóvenes, que sí tienen ganas de quedarse en el ámbito rural y deciden tirar para adelante con proyectos muy interesantes. Pero eso hasta ahora no pasaba, porque venimos del estigma de los años 90 y 2000 de que quedarte en tu pueblo era de ser un fracasado, de no tener otra cosa que hacer. Un estigma que es absurdo hoy en día porque realmente hay muchas oportunidades en el ámbito rural que se podrían aprovechar. Pero para eso necesitamos que la gente se lo crea de verdad, que se crea que no es mejor plan irte a trabajar a la ciudad que quedarte aquí montando tu propio proyecto, porque al final tener un proyecto propio, o formar parte de un proyecto en tu comunidad (si es pequeña y la gente está motivada), te genera mucha más satisfacción.
“Siento muchísimo orgullo y muchísima satisfacción por poder sacar adelante un proyecto en el lugar de donde son mis antepasados, porque creo que, poniendo toda mi energía y mis ganas, me acabo significando mucho a mí misma a través de él”. Jimena Santalices
Aparte de en lo profesional, ¿qué te ha aportado en lo personal la vuelta a Galicia?
Yo siempre digo que el proyecto funciona porque a mí me emociona. Y siento muchísimo orgullo y muchísima satisfacción por poder sacar adelante un proyecto en el lugar de donde son mis antepasados, que para mí tiene una vinculación sentimental y emocional muy potente, sobre todo porque creo que poniendo todo en este proyecto, toda mi energía y mis ganas, me acabo significando mucho a mí misma a través de él. Y, desde luego, para mí emprender aquí es el proyecto de mi vida, lo tengo claro. Tú al final puedes tener muchos trabajos, trabajos que te gusten más o te gusten menos, pero cuando te implicas personalmente en algo, aunque por supuesto hay muchos momentos en los que piensas “en la que me estoy metiendo”, es verdad que luego merece la pena.
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