Son muchas las mujeres que emprenden y alcanzan el éxito gracias a humildes proyectos propios que nunca fueron financiados por una familia adinerada de la jet set. Es el caso de la estadounidense Estée Lauder, hija de una humilde pareja de húngaros afincados en Nueva York. En unos años y tras mucho trabajo, esfuerzo y dedicación consiguió abrirse un hueco en la industria empresarial en una época difícil para las mujeres, ya que era un mundo hecho por y para hombres.
Estée Lauder, la fundadora de la empresa que lleva su nombre, fue una visionaria y un modelo a seguir. Toda una luchadora que demostró que ningún proyecto es imposible si te atreves a soñar con ello y tienes el valor y las agallas para perseguirlo. Esta mujer, adelantada a su tiempo, creó y dirigió una de las empresas más prestigiosas e innovadoras del mundo. Levantó un imperio con carisma, buen humor y un estilo exquisito. Tenía pasión por la belleza y creía totalmente en su poder.
Josephine Esther Mentzer es el nombre de nacimiento de Estée Lauder, nacida el año 1906 en el barrio neoyorquino de Queens. Se crió con su hermana y sus progenitores. Su padre era el dueño de un almacén de semillas y heno y su madre, una mujer con muy buen gusto aficionada a la cosmética. Esta le inculcó todo sobre el cuidado de la piel y le reveló los mejores e infalibles trucos de belleza. Mientras que su padre le enseñó técnicas de comercio y administración de negocios. Estos conocimientos adquiridos de sus progenitores le marcaron tanto que incluso se comprometió a fundar un día su propio negocio.
Las raíces de su imperio se remontan a los años veinte, cuando empezó a fabricar artesanalmente cremas faciales y ungüentos en el horno de gas de su tío John, químico. Se convirtió en el maestro de Estée, que no sólo aprendió el modo de preparar cremas hidratantes, sino también cómo aplicarlas en los rostros de las mujeres.
Ella misma vendía esos productos en las puertas de los mercados de Nueva York durante la Depresión, y más tarde en Miami Beach, Florida. Se recorría los salones de belleza, donde realizaba personalmente demostraciones gratuitas a las clientas que esperaban bajo los secadores. Muchas de ellas se convertían ya en fieles clientas.
La joven puso en marcha su empresa con cuatro productos para el cuidado de la piel y una sencilla premisa: cualquier mujer puede ser hermosa. Sobre la base de esta filosofía, combinada con perseverancia, creatividad y pasión, cambió la cara de la industria de los cosméticos.
“Nunca debes subestimar los deseos de una mujer por ser bella” Estée Lauder
En 1946, Estée y su marido Joseph Lauder presentaron oficialmente la empresa y un año más tarde recibieron su primer pedido importante: productos por valor de 800 dólares para la tienda Saks Fifth Avenue.
Estée tenía un instinto natural para saber qué querían las mujeres y se convirtió además en una consumada vendedora y comerciante. Revolucionó el modo de presentación de los productos introduciendo su famoso concepto de ‘Regalo con la compra’ que, posteriormente, imitarían otras empresas y que ya es una práctica habitual en la industria.
Cuando la marca comenzó a anunciarse, la fundadora seleccionó ella misma una modelo para representar la imagen. Además, eligió el color turquesa pálido para los tarros de la marca, ya que pensaba que transmitía una sensación de lujo, además de combinar bien con la decoración de cualquier baño.
Asistió a todas y cada una de las aperturas de nuevas tiendas y alargaba su estancia allí durante una semana para instruir a sus asesoras de belleza en técnicas de venta y presentación de productos. Comprometida, elegante y bien vestida, cruzaba el país para reunirse con compradores y editores de revistas de belleza, así como para hablar con sus clientas. Era la personificación de todo un departamento de investigación.
“Nadie ha tenido nunca éxito sin arriesgarse...Hay que ser capaz de aprovechar el momento y reconocerlo sin demora” Estée Lauder
Además de pionera en el cuidado de la piel, también tenía una maravillosa ‘nariz’ para los aromas. Uno de sus primeros éxitos fue Youth-Dew, un aceite de baño que perfumaba la piel. Esta innovación revolucionó la industria de los cosméticos, cambiando la manera en que se vendían las fragancias y transformando esta empresa principiante en un negocio multimillonario.
Estée era el prototipo de empresaria que rechazaba el consejo de expertos y que no aceptaba nada excepto lo mejor de lo mejor. Desafiaba constantemente el status quo y fue descrita como alguien a quien era imposible contradecir. Supervisó la creación de otras cinco nuevas marcas –Aramis, Clinique, Prescriptives, Lab Series y Origins– y siempre insistía en que los productos de la empresa tenían que fabricarse con ingredientes de la máxima calidad.
Estée Lauder fue una emprendedora norteamericana icónica. Se mantenía siempre al tanto de las tendencias de la moda y fundó su marca homónima en una época en la que Givenchy, Chanel, Dior, Balenciaga y otros diseñadores daban forma a las creaciones de última moda. Amaba la ciudad de Nueva York y se inspiró en su cultura sofisticada, vibrante y elegante.
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