… y bajo el pseudónimo de JK Rowling, consigue hoy en día hacerse hueco entre las escritoras más reconocidas de la historia.
En 1990 Joanne cogió un tren de Manchester a la estación de King’s Cross, Londres, que resultó atrasarse cuatro horas. La futura escritora comenzó a imaginarse una escuela de magos y brujas. En cuanto llegó a su pequeño apartamento de la capital inglesa no dudó en empezar a escribir la historia protagonizada por Harry Potter, el niño que no supo que era mago hasta que le llegó una invitación para Hogwarts, la escuela de magia y hechicería con más prestigio de Inglaterra.
Así comienza la historia de la mujer que dio vida a una de las sagas con más repercusión de la historia. Poco después se mudó a Oporto (en una librería de Oporto se inspiró para imaginarse la librería de Hogwarts), donde tuvo a su hija Jessica. Tuvo que abandonar a su marido por infidelidad y alcoholismo. Madre soltera con a penas ahorros, se traslada a Edimburgo, ciudad de residencia de su hermana. Cayó en una profunda depresión que a punto estuvo de costarle la vida. Sin embargo, su hija le hizo seguir adelante, escribiendo en cafeterías, ya que su apartamento no tenía calefacción. No es hasta 1995 que finaliza el primer libro, y se lo presenta a varias editoriales sin éxito alguno. Finalmente, la editorial Bloomsbury, accede a leer los primeros capítulos del libro. Se dice que fue la hija del director de la editorial la que con sus ocho años no tardó en leerse el primer libro y pedir el segundo. Tras firmar con la pequeña editorial inglesa, se publica el primer libro, Harry Potter y la Piedra Filosofal, y bajo el pseudónimo de JK Rowling, consigue hoy en día hacerse hueco entre las escritoras más reconocidas de la historia.
Tras esta breve introducción de su carrera, me gustaría hablar sobre esa última frase. La indiscutiblemente talentosa escritora a la que debemos muchos niños de los noventa y principios del milenio nuestro gusto por la lectura, se vio obligada a escribir bajo un pseudónimo y no bajo su nombre debido a que, a ojos de la editorial, triunfaría más un libro escrito por un hombre que por una mujer. Años después no solo se ha demostrado que no importaba que fuera hombre o mujer, sino que además ha hecho historia como una de las escritoras más reconocidas a nivel mundial. Su fortuna ronda los 560 millones de libras, cifra que choca con las 325 libras que recibía por parte del gobierno escocés cuando no tenía trabajo y a penas podía mantener a su pequeña.
Rowling nos ha regalado personajes como Hermione, la niña resabida que resultó ser una gran ayuda para Harry. Molly, un ejemplo de madre de familia que no solo dirigía su vida, si ni la de sus siete hijos y su marido. Luna, una chica a la que no le importaba lo que la gente pensara de ella, y que por muy loca que dijera la gente que estaba, sabía pensar con más cordura que nadie.
JK Rowling siempre será para mí, y estoy segura que también para muchas de nosotras, una de las mujeres más inspiradoras, ejemplo de mujer emprendedora, mujer que se ganó la vida con su imaginación y su suerte y que, tras doce rechazos, consiguió que alguien confiara en su trabajo. Hoy en día nos ha dejado el legado más mágico que alguien podía dejar.
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