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El fútbol femenino, al banquillo

[OPINIÓN]

Blanca Medrano Gutiérrez


Casi toda España entra en fase 1 y muchos salen del letargo. A los ya típicos viandantes que se turnan por horas, se suman ahora pequeñas reuniones familiares y negocios que abren tímidamente. Las personas solo quieren que todo vuelva a ser como antes: desear la llegada del viernes; ir a recoger a los niños del colegio; poder salir a pasear a cualquier hora y que en la televisión se hable de algo más que de la COVID-19. De fútbol, por ejemplo.


Liga Iberdrola. Fotografía de Pere Puntí para Mundo Deportivo

Como decían en El secreto de sus ojos, un aficionado puede cambiar de familia, de pareja, de religión… pero nunca podrá cambiar su pasión por el fútbol. La afición española está de enhorabuena, pues se prevé que los partidos de fútbol se reanuden en las próximas semanas. Solo los de fútbol masculino, por cierto.


Presentación de la Liga Iberdrola. Iberdrola

Amparados en las directrices marcadas por el Gobierno y el Consejo Superior del Deporte, la Federación Española de Fútbol (RFEF) ha decidido suspender la Liga Iberdrola (la máxima categoría femenina en España) y, para más inri, apostillan que "No se ha decidido dejar a las deportistas fuera, se ha decidido hacer una división entre el deporte profesional y el no profesional. Es decir, no es que las dejen fuera por ser mujeres, las dejan fuera porque no son jugadoras profesionales. Y no pueden ser profesionales porque son mujeres. ¿Se entiende?


Parece increíble que esto pueda suceder hoy en día, ¿verdad? Te sugerimos que veas el vídeo a continuación, que explica por qué en España las deportistas -mujeres- no son consideradas profesionales y las grandes contradicciones existentes entre la Ley del deporte de 1990 y la Ley de la igualdad entre hombres y mujeres. Tantos años de avances y al llegar 2020 ocurre lo mismo que en los colegios en los 90: solo hay equipo de fútbol para chicos.



Hace unos meses la situación de las futbolistas, siendo muy precaria, era mejor que la actual. En la antigua normalidad, las futbolistas de primera españolas no eran consideradas profesionales, pero al menos podían disputar partidos. En la era pre-pandemia, ellas no percibían, ni de lejos, el sueldo de sus análogos varones, pero al menos podían ir a entrenar. Antes, en definitiva, las futbolistas estaban a la sombra de los futbolistas, pero al menos estaban. Tal vez pecamos de ingenuas al pensar que la nueva normalidad traería un país más solidario y comprometido con la igualdad entre personas.


La final de la Copa de la Reina de 2019, récord de audiencia. EFE

Lo decía a principios de mayo María José López, secretaria general de la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol (AEJF): "El Gobierno considera la liga femenina como de barrio". Y esas palabras han resultado premonitorias. El deporte rey nos mira por encima del hombro y nos discrimina porque en nuestro DNI aparece la letra F en lugar de la M.


Nosotras ya no nos creemos la caduca excusa de que el fútbol femenino no despierta interés. Ateniéndonos a los datos de España, en 2019 se batieron récords tanto de audiencia como de asistencia a un partido de fútbol femenino.


Como país que se llena la boca hablando de cuán avanzados estamos en cuestiones sociales, deberíamos escandalizarnos cada vez que este tipo de noticias salen a la luz y exigir un trato igualitario entre trabajadores y trabajadoras de un mismo sector. Y esto no se debe a que el fútbol femenino sea cada vez más rentable, ni a la suspensión de la Liga Iberdrola en concreto. Es simplemente cuestión de justicia social, de igualdad de género.


Nos gustaría tener las mismas oportunidades, si a ustedes no les importa.


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